Icono del sitio Traducciones Nóvalo

Plain language: ¿un nuevo mercado para los traductores?

  1. Por Mónica Vega, Jefe de proyectos – Sénior

Hace algunos años me sorprendió mucho una noticia que escuché en la radio acerca de la comprensión lectora de nuestros jóvenes. La información que esta cadena de radio facilitaba era, como poco, alarmante y decía algo así como que el primer informe PISA en lectura digital situaba a los alumnos españoles 24 puntos por debajo de la media de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos).

Como traductora acostumbrada a moverme en esos medios, una noticia de este calibre no podía pasar inadvertida y, aunque no suelo retener muchas noticias en mi memoria, algo debió quedar cuando en el 2013, otra noticia semejante me recordó de súbito a su antecesora. En esta ocasión la alarma se multiplicaba. En un adelanto de la secretaría de Estado de Educación sobre el informe del Programa Internacional para la Evaluación de la Competencia de los Adultos (PIAAC por sus siglas en inglés: Program for the International Assessment of Adult Competencies), España se situaba a la cola de los países de la OCDE en comprensión lectora y en matemáticas. Para ser más exactos en la penúltima posición de la lista en lo relativo a comprensión lectora.

La noticia era mala, pero los detalles periodísticos que la perfilaban eran aún peores. El resultado del estudio colocaba a los españoles con un nivel de rendimiento equivalente a no entender con claridad el recibo de la luz o a hacer imposible la comprensión de un libro como el Quijote.

Aunque podría haber dado rienda suelta a mi parte más oscura y pensar en la consecuente reducción de competencia profesional, como española y como amante de la lectura y de nuestra lengua me interesé por conocer las posibles causas de este déficit y también las soluciones o iniciativas que estaban surgiendo al respecto.

La combinación de fallos en el sistema educativo, por una parte, junto con una simplificación excesiva del lenguaje social, me parecen las razones más directas de este problema. En la actualidad la comunicación entre los jóvenes se realiza a través de medios como el teléfono o el ordenador que permiten ser más concisos, utilizar iconos o imágenes en lugar de palabras, con lo que la llamada «economía del lenguaje» alcanza, sin duda, su punto álgido en estos días.

No obstante, en mis reflexiones, probé también a cambiar la perspectiva sobre este tema. ¿Y si observaba la cuestión desde el punto de vista del emisor? ¿Y si el problema es que los textos son demasiado complejos?

Aunque este último enfoque no me convence mucho sí me llevó a investigar qué se estaba planteando en el ámbito de la dificultad de la comprensión lectora entendida como una forma de minusvalía.

En esta dirección me llamó mucho la atención un análisis sobre la distancia entre lo vernáculo y lo académico en el ámbito de la lectura realizado por Daniel Cassany, profesor de Análisis del discurso en la Universidad Pompeu Fabra. Dos mundos desde los que acceder a la lectura: uno personal, sencillo, cómodo, libre y autogestionado; y otro, el académico, obligatorio, regulado, impuesto y de compleja amistad con el primero. La comprensión lectora parte de un procesamiento del código, de la construcción posterior del significado y finalmente del desarrollo de una actividad autorregulativa. La aparente complejidad de los textos desarrollados en un ámbito académico dista mucho del ámbito de lectura habitual de nuestros jóvenes y, por qué no decirlo, de los no tan jóvenes. SMS, chats, blogs o cómics… entre otros, son ahora los habituales intermediarios entre el mensaje y el receptor.

Algunos países, incluidos muchos de habla hispana, se anticiparon al detectar esta progresión de la decrepitud de la comprensión y decidieron tomar cartas en el asunto optando por un modelo de simplificación del lenguaje escrito. Una fórmula para traducir lo complejo y enrevesado en simple y directo. Quizá otra forma de reducción de la riqueza del lenguaje obligada por unas circunstancias que parecen imparables.

Nos encontramos ante el denominado «lenguaje llano», «lenguaje sencillo» o «lenguaje ciudadano», el plain language en inglés. Aunque no me voy a centrar en detallar en qué consiste esta propuesta (citaré algunas referencias al final de mi artículo para aquellos interesados en indagar más en este tema), sí que podemos definir esta corriente de una manera sucinta como una propuesta de simplificar la construcción del texto original empleando un lenguaje sencillo y conocido con frases claras, directas y concisas. Prima ante todo la comprensión del lector, por encima de la riqueza de la expresión.

Este movimiento ha ido cobrando fuerza y se están consiguiendo algunos resultados al acercar los significados «complejos» a la población de pobre comprensión. Lejos de verlo como una solución social, aunque algunos países estén trabajando intensamente en esta opción desde comienzos de siglo, se presenta aquí un campo de trabajo potencial en el que poder actuar como profesionales de la traducción.

Partiendo de las habilidades propias del traductor y de su capacidad para la transferencia de información de un sistema de códigos a otros, podemos proporcionar una comunicación legible y simple de textos relativamente complejos —por ejemplo, del ámbito administrativo— a personas que no alcanzan a comprenderlos en su totalidad.

Aunque estas pautas no se pueden aplicar al ámbito puro de la traducción de un idioma a otro porque sería un contrasentido con respecto a las directrices propias de nuestro trabajo, no podríamos (o mejor dicho, no deberíamos) desviarnos del estilo del escritor original y aniquilar su riqueza expresiva con tal de proporcionar un texto sencillo y asequible para todos los públicos; sí que es posible que, en entornos como la traducción jurídica o la traducción científica divulgativa (es decir, para un segmento amplio y no especializado de la población), nos soliciten una traducción que se ajuste al plain language. Además, como expertos en nuestra lengua y formados asesores lingüísticos, entre nuestros servicios podríamos incluir la traducción de textos siguiendo dichas pautas para casos concretos en los que prime la comprensión por encima de cualquier recurso expresivo. O incluso, se me ocurre, proporcionar la «traducción español-español sencillo» para aquellas empresas o entidades que se enfrentan a problemas de comprensión por parte de sus trabajadores de una literatura corporativa excesivamente especializada o barroca, no apta para personas con escasa formación.

A modo de ilustración, incluyo un ejemplo en inglés extraído de la página http://www.plainlanguagenetwork.org/Samples/index.html#science. Se trata del texto original escrito por un ingeniero acerca de un sistema de peaje:

Antes:

Make sure that the account holder’s name on the account is the same as the name of the customer to whose account the transaction should be attributed.

Después:

Make sure that this account is for the right customer.

¿Acaso no hacemos esta traducción mentalmente para comprender el texto antes de traducirlo?

De entrada, rechacé esta corriente, puesto que considero que en cierta medida favorece esa tendencia a la simplificación que está provocando los problemas de comprensión lectora a los que nos enfrentamos. Tras indagar en el tema, creo que podemos abrirnos un pequeño espacio en ese terreno y actuar como intermediarios para acercar ciertos lenguajes especializados y complejos a un grupo importante de lectores con serias carencias. Puede ser una baza más en nuestro repertorio de competencias, a la vez que nos ayuda en nuestra labor cotidiana como traductores; ya que, en el caso de textos muy especializados, nosotros mismos debemos reducirlos a textos más sencillos para comprenderlos bien y poder aportar la versión en nuestro idioma.

Por lo tanto, podemos demonizar el «lenguaje sencillo» como una herramienta que fomenta un problema social acuciante o bien, sacar partido de una realidad y aportar nuestro grano de arena en acercar los textos a los lectores. Tú eliges.

ENLACES INTERESANTES SOBRE ESTE TEMA (EN ALGUNOS CASOS, INCLUYEN RECURSOS ÚTILES PARA LOS TRADUCTORES)

Clarity: http://clarity-international.net/

Plain Language Association International: http://www.plainlanguagenetwork.org/

Plain Language Commission: http://www.clearest.co.uk/pages/home

Asociación Lectura fácil: http://www.lecturafacil.net/

Salir de la versión móvil